
Somos necios por naturaleza y queremos pensar que tenemos la capacidad de hacer cambiar a las personas. Para ser sinceros, podemos cambiar (en cierta medida) a las personas, pero no debemos. No es nuestro derecho convertir a alguien en lo que queremos que sea, porque sencillamente nadie tiene que moldear al otro para su conveniencia. A las personas se les deja ser como son y se le aceptan como tal. Si el peso de aceptarlos como son nos resta mas felicidad que la que nos brinda, pues debemos irnos pero nunca asumir que es responsabilidad de otros ser como nosotros queremos.
Cada ser humano es auténtico en todo su esplendor, con sus defectos y con todas las cosas que nos irrita de ellos. Son únicos y no hay otra persona exactamente igual. Esto no quiere decir que como parejas no se debe intentar modificar aquellas cosas que le hacen daño a la relación. Sin embargo, no podemos pretender que el pasivo sea mas ágil, que el bailador pare de bailar, que la soñadora ponga los pies en las tierra, que el pintor encuentre otro trabajo, que la loca deje de correr por la vida, que el frágil deje de llorar o que el pragmático sea mas romántico. No podemos andar por ahi cortándole las alas a la gente. No podemos decirle que están mal, porque…. quién es uno para decirle al otro que esta mal? Nadie esta mal, simplemente no son lo que buscamos, no son lo que necesitamos.
Nadie tiene que ser como queremos, nadie tiene que acomodarse a nuestras necesidades. Cuando llegamos a la vida de otros ya ellos tienen costumbres, planes y sueños y no es nuestro derecho cambiar eso. Si entramos en su mundo, debemos respetarles lo que han construido hasta ahora. Debemos entenderlos, aceptarlos y reconocerlos como son. El objetivo es unir dos mundos y ayudarse mutuamente a cumplir diferentes sueños en la misma medida. Se trata de construir una vida en la que dos personas tengan el mismo nivel de protagonismo, satisfacción personal y apoyo.